Los sueños no tienen cima

2017-07-20

Me llamo Susana Ruiz Mostazo y, aunque natural de Tudela, vivo en Vizcaya desde hace más de 12 años. Tengo diabetes desde los 11 años. Comencé unas navidades, por lo que el turrón sin azúcar lo tomé en el hospital. Actualmente tengo 33 años. Durante todo este tiempo he intentado (como muchas personas con diabetes) llevar mi vida de la forma más normal posible y no ponerme barreras a la hora de cumplir mis sueños. No siempre ha sido fácil, puesto que en muchas ocasiones he tenido que superar miedos, obstáculos, etc.; pero no os quiero aburrir con cosas negativas, ya que mi objetivo es totalmente el contrario.

Quiero contaros las historias tan auténticas que estoy viviendo desde hace ya unos años, desde el día en que decidí salir de mi zona de confort y afrontar retos y proyectos más ambiciosos, y sobre todo desde que decidí compartirlo con miles de personas que se han acercado a las conferencias donde expongo mis aventuras, vivencias y experiencias.

El camino que estoy recorriendo y que no sé adónde me llevará se inició en el monte que tengo enfrente de casa. Ahora lo estoy viendo: Malmasín, una cima de poco más de 300 metros de altitud, cima importante porque fue la primera que alcancé y adonde sigo acudiendo actualmente. Después llegaron otras cimas del País Vasco: Pagasarri, Gorbeia, Mugarra, etc. También otras rutas de senderismo donde iba aprendiendo a tratar mi diabetes en un entorno «al principio hostil y desconocido» y donde iba ganando confianza y, sobre todo, disfrutando.

El punto de inflexión fue Ordesa. Acudimos unas vacaciones al Pirineo oscense para recorrer la ruta hasta la Cola de Caballo. Entre aquel paisaje otoñal me enamoré definitivamente de la montaña.

Fue entonces cuando nos planteamos realizar parte de la Transpirenaica durante dos años para después dar un gran salto y viajar a la meca de todo montañero, el Himalaya. La decisión se tomó a principios de 2013: ese otoño iríamos a Nepal para realizar el trekking hasta el Kala Patthar (5545 metros), desde donde se divisa el Campo Base del Everest.

Desde el principio quise que fuese algo más que una experiencia deportiva y personal, quise que esta aventura sirviese para divulgar noticias positivas sobre la diabetes, para poner mi granito de arena en la investigación. Conseguí involucrar a mi endocrino, a mi educadora y todo su equipo y obtuve su apoyo tras los iniciales miedos y reticencias por su parte. Además, tuve el apoyo de Menarini Diagnostics, que me proporcionó un sistema de telemedicina (MenaDiab® Mobile) para enviar mis datos médicos desde el Himalaya (sonaba a locura, ¡pero lo conseguimos!), así como un medidor de glucosa (GlucoMen® LX Plus) que iba a testar a más de 5000 metros.

En mi mochila montañera me acompañaba un medidor continuo de glucosa (Dexcom G4®) que me iba a ayudar a anticiparme a la hora de tomar las decisiones, porque conocería no solo la cifra de mi glucosa, sino también su tendencia de forma continua. Asimismo, conté con Gluc Up 15® para solventar las posibles hipoglucemias tanto en los proyectos como en mi vida diaria.

Empezaron los entrenamientos en el gimnasio, escapadas de fines de semana a los Pirineos, nervios, emoción por la aventura que íbamos a vivir y un trekking de 18 días en Nepal con etapas de unos 10 o 15 kilómetros diarios y unos desniveles de 1000/1200 metros. En total fueron 228 kilómetros y 14 400 metros de desnivel acumulados.

Salimos desde Jiri, a unos 1955 metros de altitud, y recorrimos todo el valle de Gokio, alcanzando su cima (Gokyo Ri; 5300 metros), atravesando el paso del Cho La y llegando al objetivo, Kala Patthar, rodeados de ochomiles y con el Everest como actor principal.

Tras aquel impresionante viaje tomé otra decisión: había que divulgarlo, no solo en medios de comunicación, sino también en las asociaciones de personas con diabetes. Había que transmitir a niños/niñas, jóvenes y adultos con diabetes esta experiencia para invitarlos a perseguir sus sueños, a fin de que la diabetes no fuese una barrera, sino una motivación para cuidarse y poder alcanzar todo aquello con lo que soñasen.

Empezaron las charlas, en Murcia, Lorca, Pontevedra, Pamplona, Santiago Compostela, Madrid, Barcelona, Elda, Andorra, San Sebastián, Bilbao, Logroño, Zaragoza, Valencia, Vitoria, etc. El objetivo era claro: una persona con diabetes les hablaba de tú a tú, alguien que conocía en primera persona la enfermedad les contaba su recorrido, con miedos en el inicio, pero que decidió romper esas cadenas y emprender un camino hacia sus sueños siempre controlando la enfermedad como prioridad y planificando entrenamientos y proyectos. Alguien que reclamaba información y formación para realizar deporte con diabetes.

La experiencia ha sido enriquecedora. Juntos hemos compartido, hemos aprendido y hemos disfrutado.

En estos encuentros he tenido contacto humano con padres con niños con diabetes, los propios niños/niñas que miraban absortos la pantalla donde aparecían imágenes de montañas, icebergs, glaciares y volcanes, y todo eso lo había vivido alguien como ellos. También he cultivado amistades que perdurarán en el tiempo...

Tras Nepal, llego una expedición a Groenlandia, donde recorrimos toda la zona sur de la isla hasta llegar al inlandsis e hicimos una travesía en kayak y a pie, rodeados de icebergs, glaciares, ballenas, auroras boreales...

En el tercer año (2015), el objetivo fue culminar el techo de África, el Kilimanjaro, de casi 6000 metros de altitud, última aventura que completamos con la ascensión previa al monte Meru, de 4600 metros.

Fue una aventura muy especial, por tratarse del continente africano. Aquí ya no íbamos solos: ascendió conmigo toda la energía positiva que me transmiten los asistentes en sus charlas.

Durante todo el relato he hablado en plural porque todo esto no hubiese sido posible sin la intervención del diabético tipo 3 de mi marido y mi mayor apoyo, Carlos Larrechi, que además va fotografiando toda la aventura y que apunta la importancia del entorno de la persona con diabetes como apoyo.

Tampoco hubiera sido posible sin los patrocinadores que me apoyaron en estas aventuras y a los que siempre les deberé haberme ayudado a cumplir un sueño, ver el Everest.

Asimismo, quiero hacer mención del equipo de DT1, formado por personas con diabetes que practican todo tipo de deportes a las que valoro, respeto y admiro. Juntas aprendemos todos los días.

Espero que os guste mi historia y que os anime a realizar vuestros sueños, romper barreras y luchar por lo que queréis vivir.

Un beso muy grande.